
Mirando la nieve con los ojos de esa niña despistada y curiosa que fui, embobada mirando el cielo, el manto blanco que se iba posando sobre las aceras, los coches, dando paso a una mullida alfombra de frío blanco.
Me he vuelto a sentir como aquella niña, que miraba todo con asombro, la sonrisa en los ojos y botas de agua para saltar en los charcos, me ha gustado saber que sigue estando ahí, inocente e ingenua, queriendo descubrir el mundo.
6 comentarios:
y a mi me ha gustado que te sientas así.
Gracias Toro, me encanta sentir el asombro infantil por la cosas, la curiosidad primera, la inocencia de mirar algo con ojos maravillados.
Un beso
Y que grato resulta redescubrir nuestro mundo, aquí también nevó, pero lo hace tan a menudo, que he perdido esa sensación.
Un saludo
Que curiosa sincronía al leer tus letras... yo escribía hace algún tiempo sore otra niña, aquella que fui o que tal vez sigo siendo, saltando con sus botas de agua sobre los charcos.
Gracias por perderte por mis rincones y además hacerlo público.
Un saludo
Gracias por pasear por mi caos Ignacio, estoy segura que yo me perderé muy a menudo por tus blogs, son de los que atrapan.
Noa las niñas que seguimos siendo, sólo nos faltan las botas de agua.
Un saludo
Menina, seguiré pasando por tus preguntas ...
Publicar un comentario